Una inmensa hacienda imperial, a orillas del río Moscova, sirvió hace muchos años de residencia de verano para duques y zares. Tras sus frondosos bosques esconde iglesias, torres, palacios, jardines y santuarios. En su conjunto, bien podría ser una miniatura de Crónicas de Narnia, pero no, se trata de Kolómenskoye, una joya moscovita.