Si todo París desprende un encanto especial desde que lo pisas, el barrio de Montmartre te enamora desde que sales por la boca de metro de la parada Blanche. Sus empinadas callejuelas de las que saldrá Amelie en cualquier momento, sus rincones apenas iluminados con tímidas farolas, el Moulin Rouge que involuntariamente evoca a Nicole Kidman, y en lo alto de la colina, el impactante Sacré Coeur presidiendo la fiesta.
Comenzamos el recorrido por la parada de metro Blanche, llamada así por la plaza homónima en la que se encuentra, y lo primero que buscan nuestros ojos es el famoso Moulin Rouge, o Molino Rojo, un cabaret que atrae a cientos de turistas cada noche para disfrutar del ambiente bohemio de la Belle Époque que se respira es su interior. Películas como Moulin Rouge! protagonizada por Nicole Kidman y Ewan McGregor, entre otros, lo hicieron más famoso aún si cabe.
Caminamos a lo largo del Boulevard de Clichy para asombrarnos de la multitud de sex-shops y cabarets que inundan las calles del famoso barrio rojo, llamando la atención con sus luces de neón, pero al mismo tiempo respirándose tranquilidad en el ambiente hasta por la noche, una mezcla un poco peculiar.
Volvemos de nuevo al Moulin Rouge para subir por la calle Lepic, que queda a su derecha, y conocer el Café de Deux Moulins ¡donde trabajaba Amélie Poulain!, nosotros no nos quedamos a cenar pero se puede comer como en cualquier bistro que haya por los alrededores, y si eres fan, rememorar escenas de la película. Siguiendo por la misma calle, continuamos hasta el nº54 donde residió Vincent Van Gogh (¡qué impresión!), cuesta encontrar la placa si vas de noche pues la calle está bastante oscura, pero se encuentra.
Desde la calle Lepic, decidimos caminar hasta encontrar la Plaza de Tertre, el corazón más bohemio de Montmartre, una pequeña plaza repleta de pintores dispuestos a plasmar tu cara en el lienzo y mostrarte sus obras de arte. Es un buen lugar para comer o cenar en una de sus múltiples terrazas, el ambiente es acogedor y tranquilo, y ver trabajar a los pintores tiene que ser relajante.
Y para completar el circuito esa noche, fuimos a visitar la guinda de la tarta: la basílica del Sagrado Corazón, o comúnmente conocida como Sacré Coeur. Aunque otras veces la habíamos visitado de día, esta vez la encontramos iluminada en la noche y, de elegir, nos quedamos con la visión nocturna (una ventaja cuando viajas en invierno y a las 17:30 ha anochecido). La entrada es gratuita y durante las horas de misa el silencio es sepulcral, las columnas y cúpulas de sus techos impresionan aunque claramente el edificio te gana por fuera. Los alrededores siempre están abarrotados de gente, viajeros haciendo fotos, parisinos sentados en las escaleras simplemente disfrutando de las vistas, o escuchando música en directo de algún valiente que ha sacado la guitarra.
La basílica está abierta todos los días de 6am a 10pm, y para conocer los horarios del Domo y la Cripta, puedes visitar su página web aquí. El edificio goza de una buena panorámica, lo que se paga con infinitas escaleras para acceder a él, pero parte te las puedes ahorrar cogiendo un funicular que en diez segundos, te sube por la empinada cuesta. El precio es el mismo que el de un trayecto de metro y se pasa por los tornos con los mismos tickets.
No podemos dar por cerrado este barrio sin hablar de Le Mur des je t’aime, o lo que es lo mismo, Muro del Amor, que aunque fuimos a verlo otro día pues ya había anochecido, pertenece a Montmartre. Una superficie de 40 m2 donde Frédéric Baron decidió inscribir la expresión ‘te quiero’ en decenas de idiomas sobre azulejos de color azul y simbolizar con ello un punto de encuentro para los amantes. Para llegar a él, la parada de metro Abbesses (línea 12) te deja justo en frente.
Para llegar a Montmartre, se pueden coger varias líneas de metro y una vez allí, caminar hacia el resto de puntos. Las paradas son: Anvers, Pigalle o Blanche (línea 2); Abbesses o Pigalle (línea 12).
No se si te habremos convencido o no con este post, pero no puede faltar la visita a este barrio en tu estancia en la ciudad, es uno de los más auténticos y peculiares de París y merece mucho la pena, sus contrastes, recorrer escenarios de películas que antes viste desde el sofá de casa, la panorámica desde Sacré Coeur, los pintores de Tertre…en definitiva, todo.
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Photos by Wander on World